El Legado by R.A. Salvatore

El Legado by R.A. Salvatore

autor:R.A. Salvatore [Salvatore, R.A.]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Literatura Fantástica
ISBN: 9788448037123
publicado: 2009-12-11T23:00:00+00:00


13

Promesas incumplidas

Había una antorcha encendida; Drizzt comprendió que era parte del trato. Sin duda Entreri todavía no estaba lo bastante acostumbrado al uso de la visión infrarroja como para poder batirse con el elfo en plena oscuridad.Cuando sus ojos se adaptaron al espectro de luz normal, Drizzt estudió la caverna. Las paredes y el techo eran naturales, curvas y de superficie áspera, con algunas estalactitas pequeñas, pero habían instalado dos puertas de madera, que a juicio de Drizzt tenían alguna relación con el acuerdo establecido entre Vierna y Entreri. Había un soldado junto a cada una de las puertas, y un tercero ocupaba una posición a medio camino de las puertas entre los dos centinelas.

Ahora había doce elfos oscuros en la habitación, incluidos Vierna y Jarlaxle; en cambio, la draraña había desaparecido. Entreri hablaba con Vierna; Drizzt la vio entregar al asesino el cinturón con las cimitarras del vigilante.

También observó que había algo parecido a un nicho, un hueco de poca profundidad en la pared trasera del área principal, con un reborde a la altura de la cintura; la parte superior estaba cubierta con una manta, y un soldado se erguía a su lado, con la espada y la daga desenvainadas.

¿Un tobogán?, se preguntó Drizzt.

Entreri había dicho que éste era el lugar donde él y los elfos oscuros se separarían, pero Drizzt dudaba que el asesino, acabado el duelo, tuviese la intención de regresar por donde habían venido, a través de Mithril Hall. Quizá sí que había un tobogán detrás de aquella manta, un camino hacia los túneles más profundos de la Antípoda Oscura.

Vierna dijo algo que Drizzt no escuchó, y Entreri se acercó a él con las armas. Un soldado se encargó de quitarle la cuerda de las muñecas, y el vigilante movió lentamente los brazos, los hombros doloridos después de permanecer tanto tiempo en una posición forzada y resentidos por el brutal castigo de la sacerdotisa.

Entreri dejó caer el cinturón a los pies de Drizzt y retrocedió un paso. Drizzt miró las armas con curiosidad, sin saber muy bien qué debía hacer.

–Recógelas -le ordenó Entreri.

–¿Para qué?

La pregunta fue como una bofetada para el asesino. Sólo por un instante apareció un relámpago de furia en su rostro, que inmediatamente volvió a recuperar la expresión impasible habitual de Entreri.

–Para que podamos saber la verdad -contestó el asesino.

–Yo ya sé la verdad -replicó Drizzt, muy tranquilo-. Deseas negarla, para poder mantener oculta, incluso de ti mismo, la inutilidad de tu mísera existencia.

–Recógelas -gruñó el asesino-, o te mataré ahora mismo.

Drizzt sabía que no cumpliría la amenaza. Entreri no lo mataría hasta tanto no se redimiera a sí mismo en un duelo limpio. Incluso si Entreri lo atacaba con alguna estocada mortal, Drizzt pensaba que Vierna intervendría. Él era demasiado importante para su hermana; los sacrificios a la reina araña no se aceptaban si no los hacían las sacerdotisas drows.

Por fin Drizzt se agachó y recogió las armas; se sintió más seguro cuando abrochó el cinto. Sabía que era imposible soñar con



descargar



Descargo de responsabilidad:
Este sitio no almacena ningún archivo en su servidor. Solo indexamos y enlazamos.                                                  Contenido proporcionado por otros sitios. Póngase en contacto con los proveedores de contenido para eliminar el contenido de derechos de autor, si corresponde, y envíenos un correo electrónico. Inmediatamente eliminaremos los enlaces o contenidos relevantes.